La celebración se remonta al año 2003, cuando a media noche del 30 de noviembre hubo pirotecnia en varias comunas de Medellín. Se dice que fue parte de una celebración de la desmoviliación del frupo paramilitar de Don Berna, pero con el tiempo se volvió en una tradición de bienvenida decembrina para los habitantes del Valle de Aburrá.
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